El Foro Ético Mundial (FEM) es un encuentro político universal en el que se expusieron, dialogaron y reflexionaron problemas genéricos (temáticas propuestas) a la luz de principios éticos comunes que se derivan de la dignidad de la persona humana y su destino trascendente; asimismo, sirvieron para hacer una propuesta clara, atractiva y universal generando adhesión, compromiso y práctica eficaz de tales principios en medio de la comunidad humana.
CONCLUSIONES DEL FORO ETICO MUNDIAL MODULO 4
Jan 27, 2006
MODULO IV:
EDUCACION, CULTURA Y ECOLOGIA
(Puebla de los Angeles, Puebla, 27 de enero de 2006)
Reunidos en Puebla y pensando en la necesidad de darle un contenido ético al proceso de globalización hemos llegado a las siguientes conclusiones en los temas de educación, cultura y ecología:
La educación como formación de todo el hombre hasta su máxima perfección posible no puede eludir, si es integral, la relación de todo el hombre consigo mismo, con los otros y con el cosmos. Así mismo tiempo el hombre sujeto y causa de la educación es el sujeto de la cultura.
La integralidad de la educación supone su eticidad, no existe auténtica educación sin el descubrimiento de esta responsabilidad del hombre ante la realidad.
En esta dinámica el hombre necesita crear cualidades que perfeccionan intrínsecamente su naturaleza de ser personal, es decir, conocerse y conocer la naturaleza formando hábitos o virtudes que le permitan obrar el bien.
La educación supone el reconocimiento y respeto del orden natural, de la misma manera que toda auténtica cultura está en equilibrio con el orden cósmico. En la actualidad “la conciencia ecológica” es parte de la responsabilidad moral que tenemos que asumir frente a la naturaleza y especialmente frente a las futuras generaciones. Los bienes naturales son patrimonio de todos y de todas las generaciones.
El hombre, imagen y síntesis del cosmos, ha de ser el sustento de toda concepción ecologista, la preservación de medio ambiente supone ante todo la afirmación de los derechos y deberes del hombre principalmente el derecho a la vida.
Esto conduce a hacer una revisión de las políticas públicas y de los deberes de los gobiernos en relación al medio ambiente.
El acerbo cultural de un pueblo en su permanente dinamismo es el sustrato necesario de un auténtico “desarrollo sustentable”, por tal motivo el proceso globalizador no debe avasallar la identidad cultural de los pueblos sino respetarla y coadyuvar a su crecimiento en orden a su propia vocación y destino.
Es deseable que el proceso de globalización ofrezca alternativas que lleven a los marginados y desprotegidos a recuperar su auténtica dignidad humana.
La familia, donde el hombre adquiere sus primeros hábitos y virtudes, es la primigenia escuela de civismo y solidaridad; y está llamada a seguir siendo la célula fundamental de la sociedad. El fortalecimiento de la familia es la garantía de la cohesión social.
La universidad, lugar de búsqueda, encuentro y compromiso con la verdad, debe desterrar de si misma el relativismo imperante, educando en la certeza y el respeto al orden natural que asegure un orden moral objetivo.
El orden político ha de garantizar la libertad de educación, preservar el acerbo cultural y el medio ambiente que constituye el habitat para las futuras generaciones, esto requiere la virtud en el gobernante que acentuará su vocación de servicio por el bien común.
El hombre mas libre es el hombre educado; una comunidad organizada será verdaderamente democrática si está educada; por el contrario, un pueblo analfabeto se vuelve una masa voluble expuesta a la demagogia populista. Solo desde la educación y la participación social hemos de generar una sociedad organizada y dirigentes políticos virtuosos que hagan suyo el desafío de que “quien no gobierna para servir no sirve para gobernar”.